Las acusaciones no solo golpean su carrera política, también su historia personal
Francia Márquez, una líder social convertida en vicepresidenta, volvió a ser el centro de la atención nacional tras la filtración de unos chats que la mencionan en una supuesta financiación ilegal con disidencias de las Farc. Desde su despacho oficial, y con el tono serio, ella reaccionó de inmediato: desmentir, limpiar su nombre y proteger lo que representa. Para muchos, Márquez es símbolo de cambio, de lucha contra la desigualdad, del poder de las comunidades históricamente marginadas. Ahora, también se enfrenta a señalamientos que tocan la raíz misma de su legitimidad política y moral.
La controversia se gestó a partir de información obtenida por Noticias Caracol: chats, correos y archivos electrónicos incautados a disidencias, donde supuestamente se menciona su nombre como pieza clave de un enlace con el Estado Mayor Central. En uno de esos mensajes, atribuible a Iván Mordisco, se lee que “todo se hizo a través de Francia Márquez”, frase que ha sido interpretada por algunos como una confesión de su rol en la campaña Petro de 2022. Márquez, al conocer las acusaciones, difundió un comunicado: dijo que no existe “una sola prueba fehaciente” y calificó los mensajes como una “infamia” montada para afectar su credibilidad. Para ella, no se trata solo de un ataque político: es una afrenta a su historia de vida. Ha dicho que “jamás ha visto” a alias Mayimbú, otro nombre que aparece en las acusaciones, y advierte que estos señalamientos dañan su integridad personal. Además, asegura que su campaña con Petro fue completamente transparente, respaldada por miles de personas que creyeron en su mensaje, y que nunca aceptó dinero sucio ni pactos oscuros. En su llamado a los medios, Márquez ha pedido responsabilidad: que no amplifiquen rumores sin verificar y que no conviertan su nombre en arma política. Detrás de la figura pública, se vislumbra el peso emocional de una mujer que batalló para llegar a donde está y que ahora afronta acusaciones que podrían cambiar no solo su imagen, sino también las narrativas sobre la legitimidad de su movimiento.
Algunos analistas también destacan el riesgo que esto implica para su base de seguidores: para quienes vieron en ella una voz de la transformación social, estas acusaciones pueden parecer una traición si no se esclarecen pronto.
La historia adquiere un valor simbólico mayor: pone en juego la relación entre poder, género, raza y conflicto en Colombia, y deja ver las vulnerabilidades de figuras convertidas en personajes públicos.
Ciudadanos de las comunidades afrocolombianas han manifestado solidaridad con Márquez en redes sociales, defendiendo su trayectoria y exigiendo que se respete su dignidad.
Al mismo tiempo, sectores opositores piden una investigación penal, mientras medios y analistas debaten si éste es un episodio de desinformación o una señal de redes más profundas entre política y crimen.
Para Francia Márquez, esta no es solo una batalla política, es una defensa de su identidad.
En sus palabras: “Sigo con el corazón bien puesto… seguimos firmes hasta que la dignidad se haga costumbre.” La historia sigue en desarrollo, y más allá de lo judicial, está en juego su legado como líder de transformación social en Colombia.
