Vecinos del barrio El Porvenir describen el miedo y la impotencia tras el asesinato de dos adultos mayores
Hasta hace unos días, la casa de la esquina en la calle 32 con carrera 25, en el barrio El Porvenir de Armenia, era vista como un hogar tranquilo, habitado por un hombre mayor y su hija, conocidos por los vecinos como personas sencillas y cordiales. Hoy, la misma fachada luce acordonada, con flores y velas sobre el andén, y se ha convertido en el escenario de uno de los hechos más dolorosos recientes para la comunidad: allí fueron asesinados Julio César Moscoso Echeverry, de 89 años, y Luz Amparo Moscoso Palomino, de 65, padre e hija que, según los vecinos, siempre se acompañaban.
El domingo comenzó como cualquier otro. Hacia el mediodía, el ruido de un fuerte impacto interrumpió la rutina del barrio. Un vehículo habría chocado contra la fachada de la vivienda de la familia Moscoso, dañando la reja y parte de la estructura. De inmediato, curiosos se asomaron, algunos salieron a ayudar y otros se limitaron a observar cómo la situación se tornaba tensa. Hubo reclamos, gestos airados y, posteriormente, una negociación para cubrir los daños. Finalmente, según relatan testigos, el conductor se comprometió a pagar dos millones de pesos para reparar la casa y se retiró, dejando la sensación de que todo había quedado resuelto.
Horas después, la tranquilidad aparente dio paso al horror. Cerca de las 1:45 de la tarde, un vehículo muy similar al involucrado en el accidente regresó al lugar, esta vez con varios ocupantes. Según el reporte de la Policía, los sujetos ingresaron al inmueble y, dentro de la casa, se escucharon disparos y gritos. Los vecinos, paralizados por el miedo, solo alcanzaron a llamar a las autoridades. Cuando los uniformados llegaron, padre e hija ya habían perdido la vida, víctimas de impactos de bala y heridas con arma blanca.
Una vecina, que pidió reserva de su nombre, resumió el sentimiento de muchos habitantes del sector: “Aquí uno ya no se siente seguro ni en su propia casa. Ellos dos no le hacían daño a nadie, eran personas mayores, y terminaron así por un problema que se hubiera podido arreglar de otra forma”. Su voz refleja la mezcla de tristeza e indignación que se percibe en el ambiente, mientras las personas se acercan al lugar con ramos de flores y mensajes de solidaridad para la familia.
El barrio El Porvenir, de tradición popular y calles estrechas, ha visto crecer varias generaciones. Muchos vecinos han compartido por años con los Moscoso y los recuerdan por su amabilidad y por la rutina de ver al padre sentado en la puerta, tomando el aire, mientras su hija se ocupaba de las labores del hogar. Por eso, este crimen no es un hecho más en las estadísticas de homicidio: es un golpe emocional que deja a la comunidad en duelo y que ha despertado homenajes espontáneos, reuniones de vecinos y llamados a la acción de las autoridades.
Mientras tanto, la investigación avanza. La Policía confirmó la inmovilización del vehículo presuntamente involucrado y revisa cámaras de seguridad, llamadas y testimonios. El coronel Luis Fernando Atuesta ha reiterado que no habrá descanso hasta esclarecer lo sucedido y llevar a los responsables ante la justicia. Para los allegados, esa es la única forma de empezar a cerrar una herida que, aun con una sentencia, tardará mucho tiempo en cicatrizar.
En las noches, el silencio en el sector es más pesado que antes. Los vecinos coinciden en que el miedo se ha colado en las conversaciones diarias, pero también ha crecido el deseo de organizarse, fortalecer los frentes de seguridad y acompañar a las familias afectadas por la violencia. La historia de Julio César y Luz Amparo se suma a las muchas que, en diferentes ciudades de Colombia, revelan la vulnerabilidad de los adultos mayores frente a la criminalidad y a la intolerancia.
La muerte de Julio César Moscoso y Luz Amparo Moscoso en su vivienda del barrio El Porvenir de Armenia, Quindío, deja una profunda huella en la comunidad y se convierte en símbolo del impacto humano de la violencia y la intolerancia. Vecinos, familiares y autoridades piden que el doble homicidio no quede en el olvido y que sirva para reforzar la seguridad en los barrios de Armenia, mejorar la respuesta institucional y proteger especialmente a los adultos mayores, uno de los grupos más expuestos a las dinámicas de criminalidad en la región cafetera.
