El joven, de 25 años, relató que fue retirado del equipo técnico en un ambiente que describe como “muy exigente”
Antes de que su nombre apareciera en titulares, Tarik Mebarak era, para muchos, uno de esos rostros discretos que se mueven entre cables, vallas y puertas de seguridad en un concierto multitudinario. Durante casi todo 2025, acompañó a Shakira en la gira “Las mujeres ya no lloran”, una travesía que llevó a la artista colombiana por escenarios de América y Europa, con miles de fans cantando sus éxitos de principio a fin. Para Tarik, hijo de Tonino Mebarak y sobrino de la cantante, la experiencia combinaba trabajo, aprendizaje y cercanía familiar.
Su tarea estaba en el área de bienestar para los fans, un espacio donde la logística se traduce en emociones. Allí se encargaba de aspectos clave para que el público se sintiera atendido: coordinar accesos especiales, supervisar zonas VIP, responder ante eventualidades y cuidar que la experiencia de quienes viajan desde ciudades como Medellín, Barranquilla o Ciudad de México para verla en vivo fuera lo más fluida posible. No era un rol visible en el escenario, pero sí esencial para el recuerdo que los asistentes se llevan a casa.
Todo cambió cuando le notificaron que no seguiría formando parte del staff. En una entrevista con Vanitatis, Tarik describió el momento con palabras sencillas pero reveladoras. Contó que, pese a haber cumplido con sus funciones, la forma en que se desenvolvía en un ambiente tan intenso no convenció del todo a sus superiores y que Shakira tomó la decisión final de prescindir de sus servicios. “Decidió que no volvía. Es un ambiente muy exigente”, resumió, sin dramatizar, pero dejando claro que el ritmo de la gira no hace concesiones.
El joven de 25 años no escondió que se trató de una situación difícil. Habló de la presión de estar en una “gira loca”, con jornadas largas, viajes constantes y una cadena de responsabilidades en la que un error puede impactar la percepción del público y de los promotores. Para alguien que apenas comenzaba en ese tipo de proyectos, el reto implicaba adaptarse rápido o quedarse por fuera. En su caso, la decisión resultó en un adiós anticipado antes de las últimas fechas del tour.
La dimensión humana del caso va más allá de la anécdota laboral. Tarik formaba parte del entorno íntimo de Shakira, y había compartido con ella etapas clave, como su estadía en Barcelona tras la separación de Gerard Piqué. Incluso vivió en la casa de la cantante durante varios meses, convirtiéndose en un apoyo cercano para la familia. Por eso, su salida del tour no solo sorprendió a los fans, sino que también abrió preguntas sobre cómo se gestionan estas decisiones cuando los protagonistas son tíos y sobrinos, y no solo jefes y empleados.
De momento, la artista no se ha pronunciado públicamente sobre el tema. La atención de Shakira se mantiene en la recta final de la gira y en otros proyectos, como su participación en producciones de Disney que también han ocupado titulares. Para el público colombiano, acostumbrado a seguir cada paso de la barranquillera, el silencio puede interpretarse como una forma de proteger la intimidad familiar y evitar que un ajuste interno se convierta en una polémica mayor.
Tarik, por su parte, optó por la gratitud. Afirmó que haber formado parte de uno de los tours más grandes de la actualidad es un privilegio y que se queda con los aprendizajes que le dejó el camino, tanto en lo personal como en lo profesional. En un país como Colombia, donde muchos jóvenes sueñan con trabajar en la industria del entretenimiento, su historia muestra que incluso quienes tienen un apellido conocido deben afrontar decisiones difíciles y aprender a despedirse de los proyectos que marcaron una etapa.
El relato de Tarik Mebarak sobre su salida de la gira “Las mujeres ya no lloran” aporta una mirada humana a la vida tras bambalinas de los grandes conciertos y conecta con las experiencias de muchos jóvenes que buscan oportunidades en el mundo del espectáculo. Para los seguidores de Shakira en Colombia y América Latina, la historia recuerda que detrás de cada show exitoso hay personas, vínculos familiares y decisiones exigentes que también forman parte del camino de la artista barranquillera.
