El choque múltiple dejó una mujer muerta y varios heridos en la calle 3.ª con carrera 36
El siniestro vial registrado en Puente Aranda en la madrugada del sábado no solo dejó una víctima mortal y varios heridos, sino que volvió a poner sobre la mesa un tema que se repite año tras año: la fragilidad de la seguridad vial en Bogotá. La escena, ocurrida hacia las 12:45 a. m. en la calle 3.ª con carrera 36, muestra un patrón conocido por las autoridades: un vehículo que circula a alta velocidad, una posible mezcla de licor y volante, y varios carros detenidos en un semáforo que terminan siendo impactados sin posibilidad de reacción.
De acuerdo con el informe de la Dirección de Tránsito, la camioneta Renault Arkana azul, de placa PHM139, embistió por detrás a un automóvil particular, un taxi de servicio público y una motocicleta que esperaban el cambio de luz. La pasajera que viajaba en el vehículo por aplicación, una mujer de unos 40 años, falleció en el sitio por la violencia del impacto. El taxista y el motociclista tuvieron que ser remitidos a centros asistenciales, mientras se valoraban otras posibles lesiones entre los ocupantes.
La hipótesis de que la conductora de la camioneta y su acompañante se movilizaban en presunto estado de embriaguez ha encendido las alarmas. Testimonios recogidos por las autoridades indican que antes del choque la camioneta se desplazaba a gran velocidad, y que el comportamiento de quienes iban a bordo levantó sospechas de consumo de alcohol. Ahora, los exámenes de alcoholemia y los análisis de criminalística serán determinantes para establecer el grado de responsabilidad y las posibles sanciones penales y administrativas.
El caso se inscribe en un contexto más amplio de siniestralidad vial en Bogotá, donde los fines de semana y las madrugadas figuran como franjas horarias críticas. Informes de la Secretaría de Movilidad han evidenciado que una parte significativa de los siniestros con víctimas fatales está asociada a excesos de velocidad, conducción bajo efectos de alcohol o sustancias psicoactivas y desatención de señales de tránsito. Localidades como Puente Aranda, por su ubicación estratégica y su mezcla de zonas residenciales e industriales, concentran flujos de vehículos particulares, motocicletas, transporte público y carga.
A pesar de los operativos de control y las campañas de educación vial que se realizan cada año, el mensaje parece no llegar a todos los conductores. La percepción ciudadana en barrios como Jorge Gaitán Cortés apunta a que existen tramos donde los controles de alcoholemia son esporádicos y la presencia de agentes de tránsito se reduce en horarios de baja afluencia. En ese escenario, algunos conductores asumen la vía como una pista de velocidad, con consecuencias fatales para peatones y pasajeros.
El siniestro también evidencia la situación de quienes usan servicios de transporte por aplicación, que suelen recurrir a estos vehículos para regresar a casa en horarios de rumba o trabajo nocturno. La muerte de la pasajera pone en discusión la cadena de responsabilidades que va desde la conducta del conductor hasta la necesidad de reforzar controles en las vías principales de la ciudad. Aunque el vehículo implicado no registra comparendos ni multas en el Simit, la conducta al momento del choque podría configurar delitos graves si se comprueba la embriaguez.
Frente a este panorama, expertos en movilidad insisten en que la respuesta debe ser integral: mejorar el diseño de las vías, fortalecer los controles de velocidad y alcohol, promover sanciones ejemplarizantes y mantener una pedagogía constante sobre los riesgos de combinar licor y conducción. Lo ocurrido en la calle 3.ª con carrera 36, en Puente Aranda, no es un hecho aislado, sino un síntoma de una problemática que afecta a toda la ciudad y que requiere decisiones sostenidas, más allá de la reacción inmediata cada vez que un siniestro deja una víctima fatal.
El choque múltiple en Puente Aranda, Bogotá, reitera la urgencia de reforzar las políticas de seguridad vial en la capital. Mientras avanza la investigación para establecer si hubo embriaguez al volante, el caso se suma a las estadísticas de siniestros viales en Bogotá que afectan a pasajeros, conductores y motociclistas. En corredores como la calle 3.ª con carrera 36, las autoridades hacen un llamado a respetar los límites de velocidad, evitar conducir bajo efectos del alcohol y reportar conductas temerarias, con el objetivo de reducir las muertes por accidentes de tránsito en la ciudad y garantizar desplazamientos más seguros para todos.
