La renuncia de Laura Gallego como Señorita Antioquia 2025 es el primer gran caso del reinado local atravesado por la lógica de los videos virales, la polarización y el año preelectoral. El contenido que detonó la polémica —una pregunta sobre “dar bala” dirigida a dos figuras políticas— activó el manual de crisis: repudio, disculpas, aclaraciones y, finalmente, dimisión.
Más allá del impacto mediático, el episodio pone a prueba tres capas: la libertad de expresión de una persona, el rol institucional de una reina con deberes de imagen y la ética del discurso en sociedades con cicatrices de violencia. Esa triple tensión explica por qué un clip de segundos escaló a tema nacional.
Primero, la esfera individual: Gallego reivindicó su derecho a opinar y sostuvo que su uso de “bala” fue una analogía desafortunada. Esa figura retórica, sin embargo, activa alarmas cuando el país carga con un historial donde el lenguaje puede normalizar la violencia.
Segundo, la capa institucional: reinados como el CNB funcionan con reglas de neutralidad, imagen y disciplina interna. Cuando una representante asume posturas electorales, el riesgo de choque reputacional se dispara, más aún si hay frases que pueden interpretarse como agresión. El manejo del caso exhibe vacíos sobre protocolos para redes.
Tercero, el contexto político: la respuesta del presidente Gustavo Petro —con mensajes que también recibieron críticas— amplificó el tema y lo repolitizó. Daniel Quintero sumó dardos y el caso quedó atrapado en la dinámica polarizante de X/Instagram.
En términos de gestión de crisis, la cronología fue vertiginosa: publicación del video; críticas; comunicado; entrevistas aclaratorias; renuncia. La secuencia sugiere que la presión del entorno digital acorta ventanas de corrección y vuelve la dimisión una salida expedita para cortar costo institucional.
Comparada con precedentes internacionales, la respuesta en Colombia se ubica en la franja de medidas rápidas ante discurso problemático: retiro de banda, suspensión o renuncia voluntaria. Aquí, el hecho de que la salida proviniera de la propia candidata evitó un proceso disciplinario largo, pero no disipó la discusión de fondo.
Para el CNB y los comités regionales, la lección es doble: capacitación en comunicación no violenta y lineamientos precisos sobre contenido político en redes, especialmente en ciclos electorales. Las organizaciones que gestionan imagen necesitan manuales que contemplen analogías, sátiras y provocaciones.
En el plano social, el caso revela cómo el capital simbólico de una corona convive con la lógica del creador de contenido. Hoy, una reina también es influencer: tiene cámara, audiencia y agenda. Ese cruce reescribe la etiqueta del reinado en tiempo real.
Reacciones y consecuencias
El cruce de mensajes entre la exreina y figuras políticas dejó una estela de bandos y discursos sobre machismo, violencia y censura. En paralelo, surgieron defensas que apelan a la libertad de opinión y la crítica al poder. La conversación seguirá mientras haya incentivos para convertir controversias en contenido.
En los próximos días podrían verse ajustes discretos en contratos, cláusulas de redes y guías de vocería. El caso Antioquia será referencia obligada en talleres de reputación y riesgo para organizaciones de entretenimiento y moda.
Cierre
Lo ocurrido con Laura Gallego marca un antes y un después en la relación entre reinas, política y redes. El estándar ya cambió: opinar tiene costo y callar también. Los concursos deberán decidir qué riesgos aceptan y cómo los gestionan. El tema sigue en desarrollo…
