El ataque ocurrió en plena vía principal de La Iguaná, cuando aún había tránsito y presencia de vecinos en el sector
Eran alrededor de las nueve de la noche cuando la rutina de un viernes en La Iguaná se rompió con el eco de varios disparos. Algunos vecinos cerraban sus negocios, otros regresaban a casa tras la jornada laboral y en la vía aún circulaban carros particulares que conectan el centro de Medellín con barrios de la comuna 7 y el sector de Robledo. De un momento a otro, el ruido cotidiano fue sustituido por gritos y el sonido de una moto acelerando a toda velocidad, dejando atrás un carro de alta gama detenido y a dos personas heridas dentro de la cabina.
En el asiento del conductor iba Mauricio Vanoy Bohórquez, sobrino del exparamilitar Ramiro “Cuco” Vanoy, quien según el reporte oficial fue impactado en varias oportunidades en la cabeza. A su lado viajaba una mujer que, sin entender de inmediato lo que sucedía, resultó alcanzada por uno de los proyectiles que le hirió la mandíbula. Vecinos relatan que, apenas cayó el último disparo, varios residentes se resguardaron dentro de sus viviendas, mientras otros llamaban a las autoridades y trataban de auxiliar a los ocupantes del vehículo con los recursos que tenían a la mano.
Minutos después arribaron patrullas de Policía y ambulancias que atendieron la emergencia en plena carrera 77 con calle 60, una intersección que muchos habitantes identifican como un punto neurálgico de paso entre La Minorista y Robledo. La escena, iluminada por luces rojas y azules, fue registrada con celulares por algunos curiosos, mientras equipos de criminalística comenzaban a delimitar la zona, marcar casquillos y recoger testimonios. En medio del caos, los paramédicos estabilizaron a las dos víctimas y las trasladaron con urgencia al Hospital Pablo Tobón Uribe.
Para la mujer lesionada, el desenlace en el hospital fue menos dramático: tras recibir atención especializada, fue dada de alta horas más tarde, aunque el miedo de haber estado a escasos centímetros de la muerte la acompañará por un buen tiempo. En el caso de Vanoy Bohórquez, el diagnóstico fue más reservado: las heridas en la cabeza lo dejaron entre la vida y la muerte y obligaron su ingreso a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde los médicos monitorean cada signo vital mientras su familia espera novedades sobre su evolución.
La comunidad de La Iguaná, acostumbrada ya a historias de riesgos ambientales por la quebrada o a problemas de orden público, volvió a convertirse en escenario de un hecho que trasciende las fronteras del barrio. Muchos vecinos admiten sentir temor de que se produzcan nuevas agresiones en la zona, en especial porque el ataque tuvo como blanco a un familiar de un antiguo jefe paramilitar, lo cual despierta dudas sobre posibles retaliaciones o disputas entre grupos armados. Sin embargo, también manifiestan cansancio de que el nombre de su barrio se asocie reiteradamente con episodios de violencia.
Tras el atentado, los habitantes han observado más presencia de uniformados, patrullajes nocturnos y puestos de control en las vías de acceso. Algunas familias aprovechan estos momentos para hablar con las autoridades, intercambiar información y expresar sus preocupaciones sobre la seguridad de sus hijos, de los negocios y del espacio público. Mientras tanto, las cámaras de seguridad del sector se convirtieron en otra pieza clave de la investigación, pues podrían haber registrado el recorrido de la moto utilizada por los agresores antes y después del momento de los disparos.
La historia de esa noche no solo se cuenta en informes judiciales, sino también en los relatos de quienes tuvieron que tirarse al suelo, apagar las luces o abrazar a sus familias mientras escuchaban la balacera. Para La Iguaná, el reto es seguir adelante sin normalizar la violencia, reconociendo la importancia de denunciar y trabajar de la mano con las instituciones para evitar que el barrio y la comuna 7 sigan siendo escenario de ataques selectivos que afectan la vida cotidiana y la confianza entre vecinos.
El relato de lo ocurrido en La Iguaná muestra cómo un atentado selectivo puede alterar la vida cotidiana de un barrio popular de Medellín y dejar huellas profundas en la comunidad. Mientras el sobrino de “Cuco” Vanoy permanece en la UCI del Hospital Pablo Tobón Uribe y se espera claridad sobre los responsables, los vecinos insisten en la necesidad de fortalecer las redes de apoyo y el trabajo entre ciudadanos y autoridades para blindar el occidente de la ciudad. La seguridad en La Iguaná, la comuna 7 y los corredores que conectan con la comuna 13 será un tema clave en la agenda local de Medellín.
