Independencia judicial será prioridad del nuevo líder
La elección unánime del magistrado Francisco José Ternera Barrios como presidente de la Corte Suprema de Justicia responde a una cuidadosa estrategia institucional que busca mantener la estabilidad del tribunal en un momento de alta complejidad política y judicial. La decisión, tomada este jueves en Sala Plena, representa más que un simple cambio de liderazgo: es una solución de consenso que permite honrar los acuerdos de rotación entre las diferentes salas.
La designación de Ternera, magistrado de la Sala Civil con casi seis años de experiencia en el tribunal, evita una posible crisis interna. Su nombramiento hasta principios de 2026 garantiza que el actual vicepresidente, Iván Mauricio Lenis Gómez, de la Sala Laboral, pueda asumir la presidencia del año próximo según la tradición de rotación que caracteriza a la corporación.
El nuevo presidente hereda un escenario institucional marcado por tensiones con el poder ejecutivo, investigaciones de alto perfil que involucran a importantes figuras políticas, y la necesidad imperiosa de preservar la autonomía judicial frente a presiones externas. Su perfil académico y experiencia profesional serán puestos a prueba en este contexto desafiante.
El contexto de la elección de Ternera revela dinámicas internas importantes de la Corte. El retiro de la candidatura de la magistrada Hilda González Neira sugiere que hubo negociaciones previas entre los magistrados para evitar una elección dividida. La unanimidad alcanzada en la votación refleja el compromiso de la Sala Plena por proyectar unidad institucional en un momento crítico.
La brevedad del periodo de Ternera —apenas hasta enero de 2026— tiene una lógica institucional clara. Permite mantener la tradición de que los vicepresidentes sean elegidos como presidentes al año siguiente, un mecanismo que busca garantizar continuidad y evitar disputas por el poder dentro del tribunal. Esta práctica ha sido fundamental para preservar la cohesión entre las diferentes salas que componen la Corte.
Uno de los principales desafíos que enfrenta el nuevo presidente es el manejo de investigaciones sensibles que están en curso. El caso del desfalco a la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, que involucra a cerca de una decena de congresistas y varios expresidentes del Congreso, representa una prueba crucial para la independencia judicial. La capacidad de la Corte para avanzar en estos casos sin interferencias políticas definirá su credibilidad institucional.
La relación con el poder ejecutivo constituye otro frente delicado. En meses recientes, se han evidenciado roces entre la Corte y el gobierno nacional en diversos temas, desde decisiones judiciales hasta nombramientos institucionales. Ternera deberá navegar estas tensiones manteniendo la autonomía del tribunal sin generar confrontaciones innecesarias que puedan afectar el funcionamiento de la justicia.
El perfil del nuevo presidente ofrece ventajas significativas para enfrentar estos retos. Su formación académica de alto nivel, con estudios en Colombia, España, Francia y en el Sistema de Naciones Unidas, le proporciona una perspectiva amplia sobre el derecho y la administración de justicia. Sus 28 años de experiencia en diferentes roles del sector judicial le dan un entendimiento profundo de las complejidades del sistema.
La experiencia de Ternera como árbitro y conjuez resulta particularmente valiosa. Estos roles le han permitido desarrollar habilidades de mediación y construcción de consensos, capacidades fundamentales para liderar un tribunal compuesto por 23 magistrados con diferentes perspectivas jurídicas y políticas. Su trayectoria académica, dirigiendo grupos de investigación y enseñando en múltiples universidades, también sugiere capacidad para el diálogo y la formación de acuerdos.
Sin embargo, el periodo corto de su presidencia presenta limitaciones. Tres meses pueden no ser suficientes para implementar cambios estructurales o para resolver las tensiones acumuladas. Su gestión será principalmente de transición, enfocada en mantener la estabilidad operativa del tribunal y garantizar que los procesos judiciales más importantes avancen sin contratiempos hasta que asuma el próximo presidente.
El nombramiento de Francisco Ternera como presidente de la Corte Suprema ilustra cómo las dinámicas internas de las altas cortes responden a lógicas institucionales complejas que van más allá de las capacidades individuales de los magistrados. Su elección unánime es producto de negociaciones que buscan equilibrar el respeto a las tradiciones de rotación con la necesidad de liderazgo efectivo en un momento difícil.
El verdadero test para la Corte Suprema no será únicamente la gestión de Ternera durante estos meses, sino la capacidad del tribunal como institución para mantener su independencia y credibilidad en medio de las presiones políticas y sociales. La forma en que se manejen las investigaciones sensibles, la relación con otras ramas del poder y la cohesión interna de los magistrados durante esta transición definirá la fortaleza institucional de la justicia colombiana en los próximos años.
