La comunidad fue clave en la denuncia
En la tarde del 15 de noviembre, habitantes de un sector residencial de la localidad de Suba, en el norte de Bogotá, notaron algo inusual: un niño de 8 años pedía ayuda y comida desde la ventana de un apartamento, ubicado en un tercer piso. Los vecinos, sorprendidos por la situación y por la ausencia de adultos, decidieron comunicarse con la línea 123 para reportar un posible caso de abandono infantil. Esa llamada fue el punto de partida de un procedimiento que terminó con la intervención de la Policía y el traslado del menor a protección institucional.
Según informó la Seccional de Protección y Servicios Especiales, la patrulla llegó al lugar tras recibir el reporte ciudadano. Al arribar, los uniformados observaron al niño asomado de forma riesgosa por la ventana, mientras pedía ayuda a quienes pasaban frente al edificio. La prioridad inmediata fue garantizar su seguridad física, evitar una posible caída y establecer contacto con él para conocer cuánto tiempo llevaba solo y si presentaba signos de desnutrición, lesiones o afectación emocional visible.
Una vez asegurado el entorno, los policías gestionaron el ingreso a la vivienda. Dentro del apartamento encontraron al menor sin compañía, sin un adulto responsable y con evidente hambre, según relataron los testigos. El niño les contó que estaba solo desde que había salido del colegio, horas antes, y que decidió pedir comida porque no tenía qué comer. La respuesta de la comunidad incluyó el ofrecimiento de alimentos y agua mientras se adelantaban los procedimientos oficiales.
Durante la inspección, los uniformados verificaron el estado general del inmueble. De acuerdo con el reporte, el lugar presentaba condiciones deficientes de higiene y desorden, aspectos que fueron documentados como parte del informe que se remitió a las autoridades competentes. Estos elementos, sumados a la permanencia del menor sin supervisión durante varias horas, configuraron un escenario de presunto abandono y vulneración de derechos.
Al no aparecer ningún familiar o acudiente durante la diligencia, la Policía activó el protocolo correspondiente y dejó al niño a disposición de la autoridad administrativa encargada del restablecimiento de derechos de niñas, niños y adolescentes. Desde allí se iniciará un proceso para ubicar a los responsables legales, evaluar el entorno familiar y determinar si el menor puede regresar con su familia bajo condiciones de supervisión o si requiere medidas de protección más prolongadas.
Se advierte que este tipo de episodios se inscriben en un contexto más amplio de maltrato y violencia infantil en la ciudad. Las cifras oficiales apuntan a que, en lo corrido de 2025, se han alcanzado niveles preocupantes de denuncias por violencia sexual y violencia intrafamiliar contra menores, así como un aumento significativo en la tasa general de maltrato.
Tras conocerse la historia, las autoridades reiteraron el llamado a la ciudadanía para que continúe denunciando cualquier situación que ponga en riesgo a niños, niñas y adolescentes. La Línea 123, las comisarías de familia y las entidades de protección de la niñez se mantienen como canales principales para activar las rutas de atención. En el caso del niño de Suba, la rápida reacción de sus vecinos y la intervención oportuna de la Policía evitaron que una situación de abandono derivara en una tragedia mayor.
El caso del menor hallado solo y hambriento en un apartamento de Suba pone de relieve la importancia de la denuncia ciudadana y del trabajo coordinado entre comunidad, Policía y autoridades de infancia en Bogotá. A medida que avanzan las indagaciones para establecer responsabilidades, el episodio se convierte en un ejemplo de cómo funcionan las rutas de atención en situaciones de abandono infantil y en un recordatorio de que ninguna señal de alerta debe ignorarse en los barrios de la capital.
