Videos muestran el instante en que la camioneta es interceptada y comienza el ataque
El conductor identificado como Mauricio Cendales Parra tenía antecedentes de comparendos por licencia vencida y presunta conducción bajo efectos de alcohol, según fuentes oficiales.
En el punto donde todo estalló, realizaron maniobras en reversa, embistieron motos y chocaron contra un puesto de comidas, lo que encendió la tensión.
Las grabaciones de CCTV muestran que el vehículo fue rodeado rápidamente por motociclistas que lanzaron cascos y sillas, golpearon las ventanas y trataron de sacar al conductor. El ataque empezó hacia las 10:21 p.m. del martes.
Un testigo impactado relató que vio “unas 40 motos” en plena agresión: “No pedían parar, solo querían que lo pagara”. El grupo lanzó golpes, levantó sillas, rompió cristales y abordó al hombre. El carro quedó completamente destrozado.
La Policía llegó al lugar cuando el linchamiento estaba en desarrollo y reportó que uno de sus uniformados fue impactado mientras perseguía al vehículo. Posteriormente, el conductor fue hospitalizado pero falleció por la gravedad de los traumas.
En Kennedy se abre un debate sobre el peligro del irrespeto vial (motos versus vehículos, consumo de alcohol, riesgo colectivo) y sobre cómo la comunidad se convierte en ejecutora cuando no siente protección oficial. Esta doble falla —movilidad y justicia— se repite en otros casos de la capital.
La administración distrital indicó que “no se puede permitir que la justicia sea mano propia”, y que se reforzarán cámaras, patrullajes y programas de equidad vial. Pero la eficacia de estas medidas dependerá de cambios culturales en la convivencia urbana.
Finalmente, el hecho deja una herida institucional: un acto de sangre en una calle de Bogotá, una comunidad que se siente vulnerable y un sistema que debe responder. No basta con sancionar, también hay que prevenir que la reacción ciudadana se convierta en otro problema.
El linchamiento en Kennedy después del atropello a motorizados muestra cómo converge el caos vial, la manifestación colectiva de furia y la ausencia de un mecanismo eficaz para resolver conflictos de movilidad en Bogotá. Las autoridades deberán investigar a fondo, establecer responsabilidades y activar políticas que garanticen tanto espacio público seguro como respeto a los procesos judiciales. Kennedy exige respuestas, la ciudad también.
