Alrededor del 80 % de la comida es suficiente, según la tradición japonesa

En lugar de someterse a regímenes difíciles y prolongados, la práctica japonesa de Hara Hachi Bu propone un camino más pausado: parar de comer cuando se estima haber alcanzado el 80 % de la saciedad. Esta costumbre forma parte de la filosofía de vida de Okinawa, Japón, conocida por su alta esperanza de vida.
Lejos de constituirse en otra “dieta de moda”, se trata de una práctica de alimentación consciente y moderada.
Según el doctor Daniel López Rosetti, la adopción de este hábito —consumir solo lo necesario, evitar “llenarse” completamente— ayuda a prevenir sobrepeso, obesidad y problemas digestivos, al tiempo que fomenta una relación más saludable con los alimentos.
Comer despacio, sin distracciones, y hacer pausas son componentes clave para que el cuerpo reconozca el momento justo.
Para llevarlo a cabo, se recomienda masticar más veces cada bocado, colocar los utensilios entre bocados, y tomarse un momento antes de repetir raciones. La idea no es reducir la variedad o disfrutar menos, sino consumir con moderación. Esta forma de comer favorece la digestión, evita la sobrecarga del estómago y puede favorecer el mantenimiento del peso.
Desde la perspectiva analítica, este método plantea una mejora en la eficiencia del acto de comer: mayor satisfacción con menos cantidad. En un contexto donde la obesidad y el sobrepeso son retos importantes para la salud pública, como en Colombia, esta alternativa cobra valor. La clave está en la conciencia alimentaria, más que en la privación alimentaria.
El entorno también importa: un ambiente tranquilo, sin prisas, sin televisión o teléfono, favorece la internalización de la saciedad. En ciudades como Bogotá, donde los tiempos son acelerados, adaptar este hábito puede marcar la diferencia. Comer en compañía, disfrutar el momento, y detenerse antes de llenar el plato por completo.
En términos humanos, se trata de devolverle al acto de comer su dimensión de cuidado propio. En vez de ver la comida como enemigo o competencia, se ve como aliado, como fuente de nutrición, placer y equilibrio. Esto promueve un bienestar integral. El impacto psicológico de no sentirse obligado a “hacer dieta” puede liberar estrés y mejorar la salud mental.
Localizando esta práctica en el contexto colombiano, conviene incorporar alimentos frescos de la región, preferir porciones moderadas y fomentar hábitos de alimentación familiar. Adaptar Hara Hachi Bu con productos locales refuerza su viabilidad cultural y nutricional.
El método japonés Hara Hachi Bu —comer hasta aproximadamente el 80 %— ofrece una alternativa sostenible, consciente y amable frente a las dietas extremas. Al adoptar atención plena, moderación y un enfoque cultural adaptado, este hábito puede transformar la forma en que nos alimentamos en Colombia, mejorar la digestión, estabilizar el peso y fortalecer nuestra relación con la comida.
