Para muchos trabajadores, cotizar un par de meses no asegura pensión
En Bogotá, Medellín o en municipios de la Sabana, cientos de miles de trabajadores han ganado acceso a un contrato formal, prestaciones y cotización a salud. Pero para muchos, la cotización a pensión se convierte en una meta mucho más esquiva. El informe de la ANIF evidencia que, aunque el empleo formal ha crecido y la informalidad ha descendido al 55,1 %, más de la mitad de los ocupados no han cotizado en los últimos seis meses.
Juan (nombre ficticio) trabajó como auxiliar contable en una empresa de servicios durante 4 meses en 2025. Cotizó al sistema pensional, pero luego la empresa lo desvinculó y volvió al empleo informal como motorizado. Hoy le cuesta retomar cotización. Su historia es una entre muchas. Estos casos reflejan que el empleo formal no garantiza la cotización. La intermitencia laboral, contratos de corta duración, la necesidad de generar ingreso inmediato, los cambios de vinculación, hacen que la cotización pensional quede en segundo plano.
Para quienes están en ese limbo, la pregunta ya no es solo “¿tengo empleo formal?”, sino “¿voy a poder cotizar los suficientes semanas para tener pensión?”. La incertidumbre aumenta, y con ella la fragilidad del proyecto de vida a largo plazo. Las mujeres, los jóvenes, los trabajadores informales que logran un contrato temporal, y quienes viven en zonas periurbanas de Bogotá o municipios aledaños pueden estar especialmente expuestos a esta dinámica de cotización intermitente.
Desde la óptica de política social, la formalización debe entenderse también como la garantía de continuidad en la cotización: sin ella, la promesa de protección social se desvanece. Un país que emplea formalmente pero no asegura cotización sostenible está dejando una brecha abierta. Detrás de las cifras de formalidad laboral en Colombia hay historias de trabajadores que cotizan algunos meses y luego abandonan el sistema, sin saber si podrán pensionarse. La protección pensional se debilita cuando la cotización es intermitente. Para cambiar esto, se requiere que la formalización laboral sea acompañada por rutas claras de continuidad de aportes, especialmente para jóvenes, mujeres y quienes están en el tránsito entre la informalidad y el empleo formal.
