Una salida tranquila terminó en foto viral
El paseo comenzó cuando la artista salió del restaurante Selma, un local bogotano reconocido en listas de los mejores de Latinoamérica, donde compartió una cena con su prometido, Callum Turner, y parte de su familia y equipo. Los comensales que estaban en el lugar cuentan que la estrella pop saludó con gestos amables, se dejó ver sin prisas y, al final de la velada, accedió a tomarse una foto grupal con más de una decena de trabajadores del establecimiento, entre meseros y cocineros.
Las imágenes de esa sesión improvisada, difundidas en redes del restaurante, recibieron comentarios como “qué buena suerte la de los meseros” o “la amo, es tan humana”, resaltando la disposición de la artista para reconocer el trabajo de quienes la atendieron. En un sector donde muchas veces las celebridades pasan casi de incógnito, la postal de Dua Lipa abrazada con el equipo de servicio se leyó como un gesto de cercanía poco frecuente.
Afuera, la escena era distinta pero igual de intensa. En la calle, un grupo de fans aguardaba pacientemente con la esperanza de verla salir. Algunos llevaban horas allí, otros llegaron después de leer en redes los primeros rumores sobre su presencia en Chapinero. Cuando finalmente la vieron aparecer, celular en mano y bolso rojo cruzado, el murmullo se convirtió en un breve desfile de cámaras, gritos emocionados y pasos rápidos para alcanzar a caminar unos metros junto a ella.
En medio de ese pequeño caos afectuoso se tomó la foto que terminaría convertida en meme: Dua Lipa avanzando con gesto tranquilo, rodeada de seguidores y apretando la cartera contra su cuerpo. Para muchos, la escena resume la relación entre fanatismo y cotidianidad: una estrella global que, por unos minutos, se mueve como cualquiera, buscando proteger sus pertenencias en una ciudad que no conoce del todo, mientras a su alrededor los ciudadanos intentan guardar la prueba de que compartieron calle con ella.
La frase “oficialmente es rola”, que acompañó la publicación de la cuenta @memeotanto, no solo alude a la forma de caminar con el bolso protegido, sino a una especie de rito de paso: entender los códigos implícitos de Bogotá. Comentarios como “cuatro horas en Bogotá y ya aprendió cómo toca” mezclan la preocupación real por la seguridad con una carcajada compartida, en la que los habitantes se reconocen en el gesto de la artista.
Para los seguidores que asistieron a su concierto en El Campín, esos segundos de cercanía en Chapinero se convirtieron en una historia que contar antes y después del show. Mientras el estadio se preparaba para recibirla con un montaje pensado al milímetro, algunos recordaban que, la noche anterior, Dua Lipa había estado a pocos centímetros, caminando por una calle común y corriente, sin luces, sin pantallas y sin pirotecnia, pero con la misma energía que luego desplegaría sobre el escenario.
El paso de la artista por Bogotá, así, dejó algo más que un concierto: dejó la sensación de que, en un instante, la distancia entre la figura pop y la vida cotidiana puede acortarse hasta caber en una cuadra de Chapinero. Para quienes estuvieron allí, la foto del bolso no es solo un meme, sino el recuerdo de una tarde en la que la ciudad y una de las cantantes más escuchadas del mundo compartieron acera
Mientras las redes siguen reproduciendo la foto de Dua Lipa apretando su bolso, en Bogotá quedan las historias de los fans, meseros y vecinos que la vieron pasar sin filtros ni escenarios. En una capital acostumbrada a ver a las estrellas solo desde la distancia de un estadio, el recuerdo de ese paseo por Chapinero se suma a la memoria colectiva como otro capítulo en el que la música se cruza, cara a cara, con la vida diaria de la ciudad.
