Economía dual: servicios avanzan, producción retrocede
La economía colombiana alcanzó un crecimiento del 3,6% en el tercer trimestre de 2025, una cifra que sorprendió positivamente al mercado pero que revela profundos desequilibrios estructurales. El resultado evidencia una economía cada vez más dependiente del gasto público y los servicios, mientras sectores productivos tradicionales enfrentan contracciones significativas.
El DANE confirmó que este es el mejor desempeño trimestral desde 2022, superando las expectativas de los analistas que proyectaban cifras cercanas al 3%. Sin embargo, la composición del crecimiento plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de esta expansión.
El contraste entre sectores ganadores y perdedores dibuja una economía dual: mientras los servicios públicos y el comercio florecen, la minería y la construcción continúan en terreno negativo.
El análisis detallado del crecimiento revela que el sector público se ha convertido en el principal motor económico del país. La administración pública, defensa, educación y salud crecieron 8,0%, aportando 1,3 puntos porcentuales al PIB. Este desempeño excepcional se explica por el aumento del pie de fuerza militar y el pago de primas extraordinarias, evidenciando una expansión del aparato estatal.
La dependencia del gasto gubernamental genera preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal. El consumo del gobierno aumentó 14,2%, una cifra que duplica ampliamente el crecimiento de la economía en su conjunto. Este comportamiento contrasta con el mandato de austeridad fiscal que enfrenta el país y plantea dudas sobre la viabilidad de mantener este ritmo de gasto en el futuro.
El sector privado mostró señales de recuperación, aunque con limitaciones. El consumo de los hogares creció 4,2%, impulsado por mejoras en el mercado laboral, incremento de las remesas y buenos ingresos de la actividad cafetera. Sin embargo, este dinamismo no ha sido suficiente para compensar las debilidades estructurales de sectores productivos clave.
La minería experimentó una contracción alarmante del 5,7%, convirtiéndose en el principal lastre del crecimiento. La caída del 18,2% en minerales metalíferos, del 5,6% en carbón y del 3,7% en petróleo refleja tanto factores externos como decisiones de política pública. La transición energética y las restricciones a nuevos proyectos extractivos están acelerando el declive de un sector históricamente fundamental para las finanzas públicas.
La construcción presenta un panorama igualmente preocupante, con una caída del 1,5%. La construcción de edificaciones residenciales y no residenciales se desplomó 8,3%, evidenciando una crisis profunda en el sector inmobiliario. Aunque las obras civiles crecieron 13,1%, este resultado no compensa la debilidad generalizada de la actividad constructora.
El sector industrial ofrece señales mixtas. Con un crecimiento del 4,1%, la manufactura muestra recuperación, particularmente en alimentos, bebidas, textiles y confección. Sin embargo, varios subsectores continúan contrayéndose, y el crecimiento general del sector no alcanza para convertirlo en un verdadero motor de la economía.
El balance desde el enfoque del gasto confirma que la demanda interna está siendo el verdadero impulsor del crecimiento. Las importaciones crecieron 10%, mientras que las exportaciones permanecen débiles, particularmente por el mal desempeño de productos minero-energéticos. Esta dinámica genera presiones sobre la balanza comercial y el tipo de cambio.
El crecimiento del 3,6% representa un alivio coyuntural para la economía colombiana, pero no despeja las dudas estructurales de fondo. El dato revela una economía que avanza apoyada en muletas: el gasto público y el consumo interno sostenido por factores temporales como las remesas y los buenos precios del café.
La gran pregunta es si Colombia podrá mantener este ritmo de crecimiento cuando inevitablemente deban ajustarse las finanzas públicas y cuando los sectores productivos tradicionales continúen su declive. El desafío para los próximos trimestres será consolidar un modelo de crecimiento más equilibrado, menos dependiente del Estado y capaz de dinamizar sectores clave como la construcción y transformar la estructura productiva más allá de la minería tradicional.
