Precedente: 17 liberaciones previas

La cumbre CELAC en Santa Marta abre una ventana diplomática para que Colombia solicite a Venezuela la liberación de 18 detenidos. El precedente inmediato —la liberación de 17 connacionales en octubre— demuestra que la diplomacia silenciosa puede producir resultados, aunque no necesariamente lineales.
El desafío ahora es transformar los gestos en acuerdos verificables: identidades confirmadas, expedientes revisados, medidas sustitutivas, traslados y salidas humanitarias. Sin un calendario claro, las familias permanecen entre la expectativa y la incertidumbre.
En materia consular, el debido proceso y el acceso a defensa son pilares de cualquier liberación. Colombia busca estandarizar verificaciones y visitas en centros de reclusión, reduciendo demoras derivadas de trámites internos.
Venezuela, por su parte, insiste en que las decisiones corresponden a jueces y fiscales, lo que limita la maniobra política. Por eso, más que anuncios, se requieren acciones concretas: certificaciones, evaluaciones médicas y coordinación entre autoridades penitenciarias y familiares.
La frontera ha atravesado cierres temporales y tensiones poselectorales que han ralentizado gestiones, aunque las cancillerías mantuvieron intercambios técnicos, lo que explica las liberaciones parciales.
En el ámbito regional, foros como la CELAC y la OEA han servido en ocasiones para facilitar canjes o acelerar revisiones. El costo político de un fracaso —familias sin respuestas— suele impulsar microacuerdos graduales. El mensaje del Gobierno colombiano se centra en proteger a sus nacionales sin romper puentes con Caracas. Esta estrategia pragmática permite mantener la gestión cotidiana y reducir fricciones que podrían complicar los expedientes.
Para las familias, lo determinante son las fechas y los documentos. Un cronograma público de revisión —aunque parcial— disminuiría la ansiedad y facilitaría la veeduría ciudadana sobre los avances. Si la reunión del 9 de noviembre concluye con liberaciones o medidas alternativas, se confirmará que la diplomacia técnica en cumbres multilaterales sigue siendo un instrumento eficaz.
El éxito de esta ronda dependerá más de los detalles administrativos que de las declaraciones. Por ahora, la diplomacia de baja visibilidad parece la vía más eficiente. El seguimiento a familias y consulados será el verdadero termómetro del resultado.
