Formato genera más competencia pese a más cupos
La ampliación del Mundial a 48 equipos prometía mayor inclusión, pero las eliminatorias revelan que el aumento de cupos no eliminó la dureza de los procesos clasificatorios. Más de 140 selecciones quedaron fuera del torneo 2026, evidenciando que la competencia se intensificó proporcionalmente en cada confederación. El análisis de las ausencias revela patrones que van más allá de los resultados deportivos inmediatos.
Las eliminaciones de selecciones tradicionales como Chile, Nigeria y Costa Rica no pueden explicarse únicamente por mal rendimiento temporal. Estos casos reflejan problemas estructurales más profundos: crisis institucionales, recambios generacionales fallidos y contextos económicos que impactan directamente en el desarrollo del fútbol de cada país. La brecha entre selecciones establecidas y emergentes se mantiene pese al formato expandido.
El fenómeno más revelador es cómo el nuevo sistema no garantiza presencia a potencias históricas pero tampoco abre significativamente las puertas a nuevos participantes. Los clasificados muestran una mezcla de equipos tradicionales con algunas sorpresas, pero las federaciones pequeñas continúan enfrentando barreras casi infranqueables en las primeras fases eliminatorias de confederaciones numerosas como Asia y África.
El caso sudamericano ilustra cómo la calidad homogénea de la confederación convierte cada eliminatoria en un torneo de alta exigencia. Con solo 10 equipos disputando 6 cupos directos y uno de repechaje, la diferencia entre clasificar y quedar fuera se mide en detalles. Chile acumula tres ausencias consecutivas no por un colapso repentino sino por una lenta erosión de su competitividad relativa. La “Generación Dorada” envejeció sin que surgiera un recambio equivalente, mientras rivales como Colombia y Ecuador consolidaron proyectos más sostenibles.
Venezuela representa un fenómeno distinto: nunca ha clasificado a un Mundial pese a los recursos petroleros que históricamente tuvo disponibles. Su octavo lugar en estas eliminatorias, quedando a tres puntos del repechaje, muestra avances relativos pero insuficientes. La pregunta analítica es si el problema es puramente deportivo o refleja deficiencias sistémicas en la estructura del fútbol venezolano que ningún incremento presupuestario temporal puede resolver.
La eliminación de Nigeria en penales contra República Democrática del Congo expone las limitaciones del talento individual cuando falla la cohesión colectiva. Nigeria posee jugadores en las mejores ligas europeas, pero su rendimiento en eliminatorias fue errático desde el inicio: empates ante rivales teóricamente inferiores como Lesoto y Zimbabue comprometieron su clasificación antes de la fase final. El técnico Eric Chelle, contratado en 2025, heredó un equipo con fisuras que no pudo reparar en el tiempo disponible.
El sistema clasificatorio africano, el más numeroso con 53 participantes, resulta particularmente eliminatorio en sus primeras fases. Un mal comienzo condena las aspiraciones de casi cualquier selección. Camerún, con ocho participaciones mundialistas históricas, cayó víctima de este formato implacable. La pregunta es si la CAF debe revisar un sistema que elimina potencias establecidas pero no genera necesariamente mayor diversidad en los clasificados finales.
La Concacaf presenció el drama de Honduras, que llegó a la última jornada liderando su grupo pero quedó fuera por gol de Surinam en el último minuto contra Guatemala. Este desenlace ilustra cómo el formato de grupos cerrados con pocos cupos convierte cada partido en eliminatoria directa. Honduras no perdió su último partido pero igualmente quedó fuera, evidenciando que en sistemas tan ajustados, el margen de error es prácticamente nulo.
Europa presenta una paradoja: siendo la confederación con más cupos (16 directos), mantiene equipos históricos en riesgo. Italia, cuatro veces campeona mundial, debe jugar repechaje. Esto refleja tanto la profundidad competitiva europea como las dificultades de selecciones que atraviesan transiciones generacionales. El formato UEFA, con grupos clasificatorios y posterior playoff, ofrece redes de seguridad pero no garantiza presencia a quienes no mantengan consistencia a lo largo del proceso.
El análisis comparado revela que el aumento de cupos mundialistas no modificó sustancialmente el equilibrio de poder en el fútbol global. Los clasificados son mayormente las selecciones esperadas más algunas sorpresas menores. Las 140 eliminadas incluyen tanto selecciones sin tradición mundialista como equipos históricos en declive. La principal diferencia respecto a formatos anteriores es que más equipos mantienen esperanzas matemáticas por más tiempo, pero las tasas finales de clasificación por confederación no variaron dramáticamente.
El Mundial 2026 será 50% más grande que sus predecesores inmediatos, pero el proceso clasificatorio demostró que expandir el torneo no resuelve las desigualdades estructurales del fútbol global. Las federaciones con recursos limitados, infraestructura deficiente o inestabilidad institucional siguen enfrentando barreras casi infranqueables, mientras que selecciones tradicionales en crisis pueden caer más fácilmente que antes por la mayor competitividad.
La verdadera pregunta analítica no es quiénes quedaron fuera sino qué estructuras generan y perpetúan estas ausencias. Los próximos ciclos clasificatorios revelarán si casos como Chile, Nigeria y Costa Rica son anomalías temporales o síntomas de cambios más profundos en el equilibrio del poder futbolístico mundial. El formato de 48 equipos ha cambiado la escala del torneo pero no necesariamente su naturaleza selectiva.
