En una sala de Manizales, ‘alias Víctor’ dejó de ser el testigo que marcaba titulares para convertirse en condenado por falso testimonio. El juzgado consideró que Carlos Enrique Vélez Ramírez faltó a la verdad cuando señaló al exalcalde Jhonatan Vásquez por un doble homicidio ocurrido en 2004. Ahora, el reloj apunta al 16 de diciembre, día en que sabrá cuántos años sumará a su condena.
Al margen de las cifras, el fallo reabre heridas: en el expediente reposan relatos de mineros extorsionados, de un padre y su hijo asesinados en Filadelfia, y de exparamilitares que ahora, bajo juramento, dicen que Vélez mintió. Es la otra cara de un testigo que también fue protagonista en los juicios que tuvieron a Álvaro Uribe en el banquillo.
En Bogotá, el nombre de ‘alias Víctor’ encendió debates sobre cómo valorar a quienes purgan condenas y buscan beneficios. Unos jueces lo descartaron por contradictorio; otros lo escucharon con reservas. En el péndulo, la justicia también cambió de parecer sobre Uribe: un fallo lo condenó y otro lo absolvió en cuestión de semanas, reflejando un país partido en sus interpretaciones.
Para las familias que orbitan estos casos, la sentencia de Manizales no es un trending topic; es una oportunidad de ordenar el relato y limpiar nombres. Para el sistema, es una advertencia: la verdad procesal exige más que titulares y declaraciones largas ante una cámara.
Civiles y abogados consultados coinciden: la mentira bajo juramento tiene costos reales. La próxima audiencia podría acumular la pena de Vélez, hoy recluido por el doble homicidio de 2004. La decisión también podría repercutir en otras causas donde su voz fue relevante. 
Con la fecha marcada en el calendario, Manizales se prepara para un nuevo capítulo. Entre expedientes, memorias y titulares, queda una lección simple: sin corroboración, no hay verdad. 
