La ilusión de Colombia rumbo al Mundial
En barrios, oficinas y universidades, la noticia se repite: Colombia estará en el bombo dos del sorteo del Mundial 2026. No es solo un dato técnico; para muchos hinchas, es el punto de partida de un sueño que lleva años tejiéndose entre madrugones para ver partidos, camisetas guardadas como amuletos y conversaciones eternas sobre posibles rivales. Mientras la FIFA ajusta el protocolo del sorteo en Washington, miles de colombianos hacen sus propios cálculos: algunos se preguntan si tocará enfrentar a Argentina; otros sueñan con vivir el torneo desde las tribunas en Estados Unidos, México o Canadá. En medio de esas expectativas, bancos y patrocinadores ya empezaron a ofrecer experiencias para que los seguidores puedan estar cerca de la selección
La confirmación de los bombos llegó acompañada de un mensaje claro: Colombia se ha ganado su lugar en la mesa de las selecciones que llegan al Mundial con aspiraciones reales. En el bombo dos no solo hay historia, también presente: Croacia, Marruecos, Uruguay o Japón son ejemplos de equipos que han demostrado que los llamados “segundos escalones” pueden pelear finales y sorprender a cualquiera. Para los hinchas, esa comparación refuerza la ilusión. “Si Marruecos llegó a semifinales, ¿por qué nosotros no?”, se preguntan muchos, recordando las campañas de 2014 o las buenas rachas recientes. Las charlas de café se llenan de hipótesis: grupos ideales, sedes soñadas, posibles goles de sus figuras. El sorteo, antes de ocurrir, ya funciona como una fábrica de historias.
En paralelo, empresas como el Banco de Bogotá, en alianza con Visa, anunciaron que 480 colombianos podrán vivir de cerca el Mundial 2026 con viajes, entradas y experiencias especiales, una campaña que convierte la pasión en una posibilidad tangible para centenares de hinchas. Hospitalities, paquetes con tiquetes, estadía y acceso a partidos empiezan a ser parte del lenguaje cotidiano de quienes sueñan con acompañar a la tricolor. Entre esos potenciales viajeros hay historias diversas: estudiantes que planean ahorrar durante meses para completar el dinero del viaje, familias que quieren convertir el Mundial en un recuerdo compartido, migrantes que viven en Norteamérica y ven en la Copa una oportunidad única para sentirse cerca del país. El bombo en el que quedó Colombia es, para ellos, menos importante que el simple hecho de verla en la cita máxima. El sorteo en Washington también tiene un componente emocional para los jugadores. Saber que una potencia como Francia o Argentina puede aparecer como rival en el primer partido obliga a una preparación mental distinta. Al mismo tiempo, enfrentarse a gigantes en fase de grupos puede transformar cada juego en una vitrina mundial, algo que muchas figuras anhelan desde sus primeros pasos en el fútbol profesional. En los barrios colombianos, la imaginación ya completó el calendario: pantallas gigantes en plazas públicas, partidos vistos en familia, banderas colgadas en ventanas y escuelas deteniendo clases por un par de horas para seguir a la selección. El Mundial no ha comenzado, pero la vida cotidiana ya empezó a organizarse alrededor de fechas, horarios y posibles sedes. Así, los bombos dejan de ser una lista fría para convertirse en una especie de mapa emocional. Cada posible grupo significa nuevas rutas, nuevos aeropuertos, nuevas ciudades y nuevas anécdotas para los hinchas que se decidan a seguir al equipo. Para quienes se quedarán en casa, será la oportunidad de encontrarse frente al televisor con amigos y familiares, como ha ocurrido en cada mundial que marcó generaciones.
Cuando la presentadora extraiga la bola con el nombre de Colombia, en Washington se vivirá un momento solemne de protocolo; en Colombia, en cambio, se desatarán gritos, aplausos, memes y discusiones instantáneas en redes sociales. El sorteo será el disparo de salida de una montaña rusa emocional que se extenderá hasta julio de 2026. Detrás de los bombos, los rankings y las restricciones de confederaciones, hay millones de personas que sienten el fútbol como parte de su vida diaria.
