La canción, la tarima y un baile que partió a Caracas
El sol pegaba fuerte en el centro de Caracas cuando la música subió y la tarima cobró vida. Banderas, camisetas rojas, carteles de facultades. De pronto, el presidente Nicolás Maduro dio dos pasos al frente, levantó los brazos y dejó que el ritmo lo guiara. En primera fila, decenas de teléfonos se alzaron como girasoles. Nadie sospechaba que esos segundos terminarían en millones de pantallas. El resto fue automático: el clip saltó de estado en estado, pasó de X a Instagram y aterrizó en TikTok con filtros, rótulos y memes. Para algunos, la escena fue una bocanada de ánimo en una tarde calurosa. Para otros, una señal de desconexión con la vida diaria. En la esquina, una estudiante resumió el choque: “Está bien celebrar, pero yo también quiero agua y luz”.
En el backstage, asesores sonreían: la coreografía había salido limpia, con gestos amplios y música en clave juvenil. “Esto conecta”, decía uno. A unos metros, un profesor miraba su celular y negaba con la cabeza: “Mientras bailan, el salario no alcanza”. La ciudad, como siempre, partió su mapa en opiniones.
La tarima siguió: consignas, llamados, selfies. Afuera, el tránsito habitual, los vendedores de helados y las miradas curiosas de quienes no fueron a la marcha. El baile quedó en loop, un boomerang perfecto para compartir. Las reproducciones subieron como espuma; también los comentarios. Horas después, el país se había convertido en foro abierto. Portavoces oficialistas hablaron de “alegría popular”; dirigentes opositores de “frivolidad”. En la madrugada, el clip ya tenía remixes, doblajes y parodias. En medio de la algarabía digital, persistían los mismos temas de siempre: precios, transportes, servicios. Quienes estuvieron ahí recuerdan el momento como un paréntesis: música, calor y euforia breve. Quienes lo vieron a distancia lo convirtieron en símbolo: para unos, cercanía; para otros, propaganda. Caracas es experta en leer gestos con lupa.
La política venezolana se mueve así: entre la calle y el feed, entre la consigna y el algoritmo. Esta vez, el baile fue el detonante. Mañana puede ser otra imagen. Lo único constante es la necesidad de respuestas que no caben en 15 segundos.
En chats y sobremesas, el debate se repitió: “¿Qué te pareció el baile?”. La pregunta escondía otra: “¿Cómo llegamos hasta aquí?”. Para muchos jóvenes, el video fue entretenimiento; para sus familias, un recordatorio de lo que falta en el día a día. Mientras tanto, la mira internacional volvió sobre Caracas, confirmando que, en la era del clip, un gesto vale titulares. El impacto durará lo que dure el ciclo viral; la discusión de fondo seguirá esperando.
La tarde terminó con música y fuegos artificiales. El país, en cambio, amaneció con las mismas urgencias. El video quedará en el archivo de los momentos que dividen.
