: La decisión responde a años de quejas de residentes que denunciaron pérdida de tranquilidad, dificultades para descansar y afectaciones en colegios por el ruido de los helicópteros
En las veredas aledañas a la Piedra del Peñol, los sobrevuelos de helicópteros dejaron de ser una rareza para convertirse en parte del día a día. Despegues cada pocos minutos, ruido sobre los techos y la sensación de vivir debajo de un aeródromo improvisado motivaron a centenares de residentes de Guatapé a organizarse para ponerle freno a una actividad que, desde su perspectiva, había cruzado los límites razonables del turismo. El fallo del Consejo de Estado llega, precisamente, tras ese acumulado de denuncias y reclamos.
La sentencia recoge que la comunidad reportó alteraciones significativas en el descanso, especialmente de adultos mayores, niños y personas que trabajan en horarios nocturnos. También se documentaron interrupciones frecuentes en actividades escolares, reuniones comunitarias y celebraciones familiares, todas atravesadas por el paso de helicópteros turísticos que ofrecían vuelos panorámicos sobre el embalse y la roca. Los jueces concluyeron que esa presencia constante configuró una afectación real a la tranquilidad e intimidad de quienes habitan el sector.
Al mismo tiempo, los residentes expresaron temor frente a los riesgos asociados a tener pistas de aterrizaje tan cercanas a viviendas y negocios. Aunque las empresas han defendido sus protocolos de seguridad, en el expediente se reiteran las preocupaciones por posibles accidentes, emergencias durante el vuelo y efectos de las maniobras sobre animales domésticos y fauna silvestre cercana a las rutas de aproximación. En su análisis, el Consejo de Estado valoró que, en contextos de alta sensibilidad ambiental y social, esos riesgos adquieren un peso especial.
La acción judicial, iniciada en 2022, fue el resultado de un proceso progresivo de organización comunitaria. De acuerdo con los reportes, más de mil habitantes se sumaron a la demanda contra dos helipuertos turísticos, al considerar que sus reclamos no habían sido resueltos de manera efectiva en las instancias administrativas. El fallo final, que confirma la suspensión de un helipuerto y el traslado condicionado de otro, es leído por muchos como la validación institucional de años de insistencia.
No obstante, en Guatapé también hay voces de preocupación por los impactos económicos de la decisión. Parte del comercio local se benefició del flujo de visitantes que llegaban atraídos por los vuelos en helicóptero y que, además, consumían en restaurantes, tiendas de recuerdos y alojamientos. Ahora, el reto será mantener la dinámica turística sin depender de una actividad que la justicia considera incompatible con la tranquilidad de las veredas vecinas.
Las autoridades locales se encontrarán en el centro de ese nuevo equilibrio. Deberán acompañar a los residentes en la implementación de las órdenes judiciales, dialogar con las empresas para que el eventual traslado cumpla todas las condiciones y construir alternativas turísticas que fortalezcan el carácter de Guatapé como destino de descanso, paisaje y experiencias de naturaleza. La conversación ya no girará solo en torno a cuántos turistas llegan, sino a cómo se convive con ellos.
El caso de los helipuertos en la Piedra del Peñol deja una lección central: los modelos de turismo que se implantan en territorios rurales no pueden ignorar la voz de quienes llevan décadas habitando esos espacios. A partir del fallo, la comunidad de Guatapé tiene una herramienta jurídica para exigir que cualquier nuevo proyecto respete la tranquilidad construida alrededor del embalse y su icónica roca, sin renunciar por ello al desarrollo económico que trae el turismo.
La decisión sobre los helipuertos turísticos en la Piedra del Peñol devuelve protagonismo a las comunidades de Guatapé en la discusión sobre el futuro del territorio. Mientras el Consejo de Estado exige proteger la tranquilidad y el ambiente sano, la región busca un turismo sostenible que no convierta el paisaje en una pista de aterrizaje permanente. En nuestros portales seguiremos registrando las voces de los habitantes, los ajustes de las empresas y los cambios en el modelo turístico del embalse El Peñol–Guatapé.
