La red ofrecía ganancias rápidas en criptomonedas a víctimas de Colombia, Chile y Perú
Para muchas de las personas afectadas, todo comenzó con una llamada amable desde un call center en Medellín. Al otro lado de la línea, una voz se presentaba como asesor financiero y ofrecía una oportunidad “única” de inversión en criptomonedas, con rentabilidades imposibles en la banca tradicional. En cuestión de minutos, quienes atendían ese timbrazo pasaban de la curiosidad al entusiasmo y, después de varias conversaciones, a consignar los primeros 200 o 250 dólares que les abrían la puerta a un supuesto club de inversión internacional.
Una de las víctimas, un pequeño comerciante del Valle de Aburrá, creyó encontrar allí la opción de hacer crecer el ahorro que llevaba años guardando para comprar vivienda. Desde la plataforma le mostraban gráficas verdes, flechas en ascenso y cifras que parecían confirmarle que su dinero estaba rindiendo como nunca. “Me decían que no retirara todavía, que si esperaba un poco más iba a duplicar lo que había puesto”, recuerda ahora, mientras enfrenta de nuevo la realidad de empezar de cero. Historias similares se repiten en barrios de Medellín y en ciudades de Chile y Perú.
Con el tiempo, el entusiasmo se transformó en presión. Los supuestos asesores llamaban con frecuencia para insistir en nuevos aportes, sugerir que la “oportunidad” estaba a punto de cerrarse o advertir que, si no se invertía más, se perdería el chance de acceder a beneficios exclusivos. A algunos les pedían que invitaran a familiares y amigos, bajo la promesa de bonificaciones adicionales. En pocos meses, varios hogares ya habían comprometido no solo sus ahorros, sino préstamos, cesantías y recursos destinados a estudios o proyectos personales.
Cuando aparecían las primeras dudas, la respuesta del call center era ofrecer más “acompañamiento”. Para ello, pedían instalar programas como AnyDesk o Imperios, supuestamente para ayudar a configurar las cuentas y visualizar mejor las inversiones. Lo que las víctimas no sabían era que, al aceptar, entregaban el control de sus dispositivos y permitían que los operadores accedieran a correos, claves bancarias y aplicaciones financieras, que luego serían usadas para vaciar cuentas y mover fondos sin autorización.
La estafa no solo dejó números en rojo. En Medellín, Chile y Perú hay personas que hoy viven con la angustia de haber comprometido recursos de familiares que confiaron en su recomendación. Algunas parejas aplazaron la compra de su vivienda; otras familias tuvieron que retirar a sus hijos de colegios privados o suspender estudios universitarios. El impacto emocional ha sido tan fuerte como el económico: muchos afectados prefieren no hablar del tema por vergüenza o miedo a ser juzgados por haber “caído” en el engaño.
El reciente anuncio de la Fiscalía sobre la captura de 14 presuntos integrantes de la red fue recibido con alivio, pero también con cautela. Si bien los procesados enfrentarán cargos por estafa y delitos informáticos, las víctimas saben que recuperar el dinero será un proceso largo y, en muchos casos, incierto. Las autoridades han incautado computadores, celulares y otros elementos que servirán como prueba, pero los recursos movidos a través de múltiples cuentas y plataformas digitales son difíciles de rastrear por completo.
Mientras avanza el proceso judicial, organismos como la Personería de Medellín y entidades de protección al consumidor financiero insisten en la importancia de hablar abiertamente de estas experiencias para prevenir nuevos casos. Explican que compartir lo ocurrido no solo ayuda a tramitar el duelo económico y emocional, sino que fortalece la capacidad de otras personas para reconocer señales de alerta. En una ciudad que aspira a ser referente tecnológico, la historia de esta red de estafas con criptomonedas recuerda que la innovación debe ir acompañada de empatía, acompañamiento institucional y educación para evitar que la ilusión de progresar se convierta en una trampa.
Quienes resultaron afectados por la estafa con criptomonedas operada desde Medellín son hoy la prueba de que ninguna promesa de inversión está libre de riesgo, especialmente cuando se gestiona desde call centers que ofrecen ganancias rápidas y acceso remoto a los dispositivos. Las autoridades de Medellín y Antioquia recomiendan denunciar cualquier caso similar en la línea 122 y acudir a asesoría financiera formal antes de poner en juego los ahorros familiares en proyectos de criptoactivos o inversiones digitales.
