Llamadas que evitaron una tragedia

La primera alarma no vino de un dron ni de una patrulla: vino de los vecinos. A las 5:00 a. m., una volqueta atravesada, con una estructura extraña, encendió la intuición colectiva en Prados de Alcalá.
Entre mensajes, toques a la puerta y llamadas a emergencias, comenzó una evacuación que, horas después, las autoridades confirmarían como decisiva para evitar víctimas. “Nos dijeron que saliéramos ya, que no recogiéramos nada”, relata un residente, mientras recuerda el estruendo de la detonación controlada. En los conjuntos cercanos, adultos mayores y niños fueron asistidos por policías y soldados.
Las calles se llenaron de cintas, chalecos y cascos. La escena: puertas a medio cerrar, mascotas cargadas a prisa, mensajes en grupos de barrio para confirmar quién estaba a salvo. Dentro del batallón, el balance fue de daños materiales y la confirmación de que los artefactos tenían un poder que, de activarse, habría alcanzado alojamientos. La imagen de un carro afectado circuló en redes locales.
La Secretaría de Gobierno pidió calma, pidió videos, pidió datos. Con el correr de las horas, se difundieron imágenes del momento en que un hombre descendía del vehículo y huía en moto. Las familias retornaron por lapsos cortos a recoger documentos o medicinas. Muchos prefirieron quedarse con parientes hasta que levantaran el acordonamiento.
El anuncio presidencial de “atentado neutralizado” también tuvo eco doméstico: alivio por la vida, rabia por el susto. “Hoy nos salvamos por el aviso a tiempo”, repitieron vecinos y comerciante. La noche prometía ser larga: peritajes, patrullajes y una pregunta común en chats del barrio: “¿Ya podemos volver?”
Prados de Alcalá sumó una lección a fuerza de miedo: reportar temprano salva vidas. La comunidad quedó con el pulso acelerado, pero también con redes más atentas. El tema sigue en desarrollo.
